(Recuerdos de su historia)
Juan B. Viñals Cebriá
El botánico Cavanilles, siglo XVIII, es quien dijo.-“Nada desprecia el valenciano, nada le detiene ni amilana. Pásmese el observador al contemplar tantos millares de individuos luchando contra las calenturas y la muerte de vivir en sitios aguanosos (…).Allí cultivan el arroz, dan curso a las aguas, arrancan multitud de plantas que muertas aumentarían la corrupción, revuelven el suelo siempre cenagoso y cubierto de agua, y a fuerza de trabajo logran abundantes cosechas (…)”. El erudito Cavanilles en su importantísimo trabajo titulado.-“Observaciones (…)”, 1795, encontramos que no dejó escrito el nombre de nuestro arrabal, en tan importante estudio. El erudito, solo hizo referencia a su paso por este lugar con esta lacónica expresión “la corta aldea de la Esperanza”, con esta tan abreviada nota, Cavanilles, nos describe nada más, ni nada menos, que al loado convento de la Nuestra Señora de la Esperanza, y al histórico horno, que tiempo después pintara tan magnificamente Manuel Benedito Vives, con un solo reparo, el erróneo titulo: “El forn de Benicalap”, años después fue reproducida por la Diputación Provincial de Valencia.
Los descendientes de tan afamada familia de Forners (del forn de l`Esperança), son quienes regentaban dicho horno, cuando se pintara el mencionado lienzo, estos horneros en la década de los años noventa del siglo XX, regentaban, o aun regentan sus descendientes un horno, en una de las más importantes calles de la Pobla de Vallbona. Retomando la “distracción” del botánico, al silenciar el nombre de nuestro poblado, como igualmente hiciera entre otros Manuel Carboneres, convino velar el nombre, que escribir erróneamente el distorsionado Marchalenes.
La importancia de Marjalena
Importancia de este territorio mitad lacustre, mitad huertano. Hay que hacer constar que por importancia y trasiego, nuestro poblado, distrito o arrabal, contaba con tres estratégicas torres vigías la Torre de la Unión, Torreta de la Zaidia, y Torreta de Tendetes. Al respecto M. Sanchis Guarner, escribe.- “Fuera de las murallas, pero contiguo al recinto urbano, habían populosos arrabales, con zoco o mercado, mezquita y baños propios (…). Un poco más lejos, pero también con intima conexión y dependencia de la urbe, habia otros arrabales, como verdaderos poblados satélites; al norte del río, el de Villanova, por las cercanías de la calle de Alboraya, el del Alcudia por la calle Molvedre, y la Zaidia en Marchalenes”. (Traducido del valenciano).”
La huerta y sus moradores Capitulo relevante en este arrabal fueron sus abnegados labradores; ellas, y ellos, eran a diario los primeros que llegaban todos los días al Mercado de Abastos de Valencia, donde preparaban con destreza y donosura sus puestos, para seguidamente pasar a pregonar sus frutas y hortalizas con aquella su peculiar garantía, a la que acompañaban aquella eufónica y categórica voz que decía.- ¡Ja esta ací el Marjaler!, o ¡Ja esta ací la marjalera! -No habia nada más que hablar, ni que decir -estaba más que garantizada la excelente calidad de los productos.Continuara.
2 comentarios:
Sensacional articulo, como habitante de toda la vida de Marchalenes, agradezco que nos introduzcas en la historia del actual barrio.
Un saludo cordial.
Javier Castro
smjcastro@gmail.com
Hola, me llamo Montse Dolz. Soy medio valenciana (nací en Sevilla). Me ha encantado leer tu trabajo sobre la calle Marchalenes pues mi padre nació allí, en el número 77, en 1925 (así figura en su partida de nacimiento), aunque él siempre decía que en la calle Burjasot. Mis abuelos Juan Bautista (Batiste)Dolz y Manuela (Neleta)Cabanes tenían por allí un horno de pan, pero no he podido localizarlo en tus artículos. Un saludo, y felicidades por tu blog.
Montse Dolz
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