miércoles, octubre 12, 2011

Maestro Molinero uno de los oficios con mayor tradición y raigambre tiene fecha de caducidad

Por  Juan B.Viñals Cebriá
Rafael Marí Gimeno  es un octogenario que se siente  orgulloso     de  su condición  de -mestre  moliner- (maestro molinero)      uno de  los  oficios  más antiguos y   de mayor   raigambre y tradición  en las tres provincias valencianas y en España.
 Autodidacta,  hecho a si mismo, con  muchos años y  mucho trabajo a sus espaldas, quien  de manera jocosa dice, -“que, “vaig anar a escola a Marjalenes, y  lo  expreso tal como  lo dejo escrito don  Nicolau Primitiu”. (Fui  a la  escuela de Marchalenes).  
Rafael, cuando  tan solo tenía   diez años  ya  trabajaba  junto a su padre para  cuidar las diferentes  mercaderías   que trasportaban  en  el carro, en 1943, cuando   tan solo contaba  catorce años, de la mano de su hermano Pepe, seis años mayor que él,  empezó a   trabajar  en  un   taller de molineria que  existió  en la  calle Visitación,
 Conforme  pasaban   los días  iba   empapándose de  los  secretos  del oficio, motivo por lo  cual al  tiempo escalaba puestos dentro del  estricto escalafón laboral,  “con  diecisiete años  con otros  compañeros mas mayores  efectuábamos  salidas del taller para realizar en   los  propios molinos las  reparaciones que  precisaban”.
Rafael, pasado el tiempo,  por su  seriedad y  experiencia era a quien  enviaban  para realizar determinadas trabajos. En ocasiones dado el   volumen  de las piezas  a  reparar era  acompañado por   ayudantes. Ésta  situación  se prolongó  hasta  que se  incorporó   al servicio militar.
 Una vez licenciado,  se incorporó   al trabajo en  la misma empresa. 
Los desplazamientos y  los viajes  eran ya  más continuados y  los trayectos  más largos. Eran   aquellos  tiempos  cuando   se produjo una   masiva  migración a Sevilla  de labradores  valencianos  experimentados en el cultivo,  siembra y recogida  del  arroz. Con celeridad   hubo que instalar  molinos  en   Andalucía; por  esas  circunstancias la empresa  se vio con   la necesidad  de   ampliar el negocio en aquella  región  incorporando la sección  de   montaje de  trilladoras y molinos para  elaborar arroz.
“Por  mis  continuados desplazamientos visitas y  relaciones personales  con  los dueños de  muchos de los   molinos  en  uno de ellos ”Arroces Marqués” me hizo una   oferta de trabajo, tan tentadora, que   no  pude rehusar, aún  sopesando  la  amistad y lo vinculado que me sentía   con  la empresa  -hermanos Torrejón, pues eran ya  diecinueve años los que llevaba   trabajando   con ellos.”
El empleo, que de manera  tan pertinaz le habían ofrecido   no  resultó lo  interesante que de antemano creía, “en fin, que era tanto el agobio que  tenía que soportar diariamente en  éste nuevo  trabajo  que  cuando  no era por un  motivo, era por otro, por lo que  a los seis meses de manera amistosa decidí  rescindir la  relación laboral, la cual  cosa  no afectó a  nuestra amistad  ni mucho menos”.
Al mismo tiempo que Rafael exponía  su decisión,  les   hizo saber también  la    intención  de independizarse,  por lo  cual  los dueños  le plantearon   ser   sus primeros clientes, “en concreto, que aún tuve que quedarme durante  todo  un año  sin salir del molino  y trabajando únicamente  para ellos. Durante ese tiempo, había corrido  la voz  entre  el  mundillo de la molineria sobre  mi  idea  de  independizarme, por lo que   algunos  dueños de molinos   se pusieron al habla  conmigo”.
Con todo el trabajo realizado   Rafael se despidió,  manteniendo  la amistad, y  es entonces  cuando nació el germen de lo que  después sería el  taller de  -Molineria  Marí  Gimeno-.
Mientras tanto,  los trabajos  los  realizaba   en  los propios molinos aunque   tuvo que  recurrir  al  porche  de  la casa de sus  padres hasta que más tarde  adquirió  un pequeño  bajo   en  la calle Montañana.
Por esos tiempos, un amigo  le hizo   saber que una firma francesa que poseía cinco molinos,  precisaba un técnico de molineria. Por creerlo de interés Rafael, recopiló y  envió a la empresa gala  su abultado dossier con   sus  referencias labores. En  respuesta, le dieron   el trabajo con la sola condición de  que debía  de pasar un mes de  prueba en un  molino  de   Marsella.
Habían transcurrido cuatro meses cuando habían concluido     los  trabajos que había propiciado   su hermano Pepe, quien  había dejado el empleo  con la intención de  trabajar  juntos.  Al  finalizar esos  trabajos,  lo   aprovechó  Rafael para trasladarse a Marsella que  dado el tiempo trascurrido, el puesto estaba ya   ocupado, “pero como, antes de llegar al destino, me había detenido  en   Perpiñán para saludar aun valenciano que tenia un molino, al cual   le comenté  el motivo de mi  viaje, por lo  que  me dijo, que si no cuajaba la cosa, tenía trabajo  en su molino. De  regreso  conforme lo  hablado,  al día siguiente   empecé   a trabajar, pero al no   abonarme   lo   pactado y  vista la informalidad, me puse ha trabajar  en una carpintería  y   cuando finalizó  el contrato de tres meses,  decidí regresar  a Valencia para trabajar con    mi hermano, es entonces cuando adquirimos   una nave en  Marchalenes donde establecimos el taller de -Molineria Marí  Gimeno-, es entonces cuando nos unimos todos  unieron  los    hermanos, -Vicente,  se  había despedido  del taller   Torrejón,   y  Manolo el mayor, era quien se ocupaba  del despacho,   los cuatro  formábamos  una autentica  piña  la cual cosa nos propicio  relacionarnos con los  molinos de mayor prestigio, incluso, nos solicitaron   y construimos   maquinas para tratar el cacao, y otras para  partir almendras, que las tuvimos que montar   en   Trípoli (Libia).
Al tiempo nos relacionamos con  elaboradores de  horchata, ya que habíamos  construido   un aparato para el lavado de la chufa que dio un  buen resultado”.
  En otra  ocasión, Lácteas Cervera, le  habían construido   un  aparato para el filtrado de la  horchata con  tan desproporcionadas   dimensiones,-“que   realizando  el mismo trabajo, el que nosotros habíamos  inventado quedó   reducido a sesenta centímetros cúbicos, tan interesante era aquella maquina,  que  sobre tenerla   patentada   nos lo plagiaron, la cual cosa nos hizo abandonar esa línea  para  dedicarnos plenamente a la molineria”.
Llegada la hora de la  jubilación  primero lo hicieron  sus  hermanos mayores,  y Rafael, que era  el más joven,  recibió una oferta de  Maicerías Españolas, para trabajar  como encargado en el  molino, y así lo hizo  hasta los   60 años que se jubiló con   46  años trabajados.   
El Mestre Moliner-   nos recuerda antes de concluir,  “que el molí d`Umbert de  principios del s.XX, sus continuadores fueron  la familia Lluch y  posteriormente fue  conocido  como  molí Serra, donde  efectuamos   una reforma general  y dejamos  ensamblada    la  maquinaria más moderna que existía en aquellos momentos, en  ese   molino  actualmente    se encuentra  el  Museo del Arroz”.
Con añoranza nos dice para terminar, “muy pronto desaparecerá   el oficio de –Mestre de  Molíns-, (Maestro de Molinos) ya   que con las nuevas tecnologías   los fabricantes  más importantes  de  ésta  complicada  maquinaria  se encuentran  en  Alemania y Japón,  por  lo tanto   desde ahora ya   no hacemos falta los de nuestro oficio    y   por eso  la     fecha de caducidad  ”.