Juan B. Viñals Cebriá
El pont Nou, o San José, como bien indica su nombre en valenciano, hasta el año 1937, en que fue inaugurado el pont de Campanar, era el último de los puentes construidos en la ciudad. Algunos historiadores sitúan cronológicamente la construcción de la primera -palanca- (puente), de este lugar, en el primer tercio del siglo XIV y se encontraba instalado donde antaño se hallaba por la parte derecha del río el -Portal Nou- y por la parte izquierda, -la fondalada- donde se conformaban -les terres marjalenques-. El primer puente de este lugar se construyó de madera -palanca- nombre que daban los valencianos a estas construcciones realizadas con maderos; facilitaba la comunicación con los circunvecinos arrabales de Marchalenes, Tendetes, Benicalap, l`Olleria, y los viejos poblados de Campanar, Beniferri, Benimamet, Paterna, Burjassot, Godella, Benaguacil, Benisanó, Liria, los Serranos, incluso el antiguo reino de Aragón. La riada documentada de 1517, destruyó gran parte de uno de los primitivos puentes. La fisonomía actual que encontramos en nuestro renombrado -pont Nou- se debe en gran parte a las modificaciones constructivas realizadas a comienzos del siglo XVII. Dichas modificaciones introdujeron nuevos materiales, sillería y se incluyeron hasta alcanzar trece arcos escarzanos, para de esta manera alargarlo y conseguir quitar la inclinación del centro del puente y hacer desaparecer las inseguras tierras marjalencas, hasta lograr conseguir un firme compacto, junto a la desaparecida Rambla. Algunas crónicas dicen que cuando los arcos se cimentaban en los -aigua molls- el agua era desviada y se excava hasta alcanzar un suelo con buen firme. Desde la cimentación firme los pilares eran levantados hasta la base de los arcos. El escultor italiano Ponzanelli realizó en el siglo XVIII las estatuas de Santo Tomás de Villanueva y San Luís Bertrán que fueron instalados en los casalicios de este histórico puente. Posteriormente, encontrándose depositadas las mencionadas imágenes en los almacenes municipales, por decisión de F. Garín Ortiz de Taranco que las rescató, fueron instaladas en el puente de la Trinidad. Viejos documentos aseguran que “El encauzamiento del río y acomodación de los pretiles se realizó en sucesivas fases entre 1591 y 1789", quedando revestida la margen derecha desde la Creu de Mislata hasta Montolivete, y la margen izquierda desde la Alameda, hasta rebasados con pretiles unos cuantos metros del puente de San José. Un dato nada divulgado y por lo tanto poco conocido, son los años en que se construyeron los muros y pretiles para salvaguardar de las inundaciones los viejos lugares de Campanar, Marchalenes, y Tendetes. Este acontecimiento es recordado por Santiago Fernández Serrano, amigo y testigo presencial, quien nos lo explica de la manera siguiente: “Se expropiaron los terrenos donde antaño se encontraba la 'fondalada' donde se apilaban los troncos de maderas traídos río abajo por los intrépidos -ganxers-y se añadieron los pretiles que faltaban hasta conectar con los del puente de Campanar (1937)". Las obras se ejecutaron durante la década de los años cincuenta, poco antes de la riada de 1957. Otro documento suficientemente explicito nos refiere: “Que en algunas las primitivas obras se labró la gran Torre de Santa Catalina (1390) contigua a los muros de la ciudad (actualmente el Ivam).Posteriormente durante los siglos XVI al XVIII, se consiguió más que contener las inundaciones del casco viejo, transferir las aguas enfrente a las cotas más bajas donde se formaban las determinativas tierras marjalencas. La contención del flujo por los muros de la derecha debió, sin duda, debió de imprimir mayor velocidad al agua durante las crecidas, produciendo la rotura de los tajamares, que sostenían los primitivos puentes y diques, desbordándose por las desprotegidas orillas de la parte izquierda, eran por lo tanto por estos territorios a la vera del río por donde el agua irrumpía con gran violencia; la expansión del flujo provocaba la rotura de estos márgenes y el socavamiento del fondo del río. Las crónicas son elocuentes con respecto a estos fenómenos. Conocidas las constantes inundaciones sufridas en los niveles mas bajos de estos territorios, nos referimos ahora a la comarca provincial de Valencia más altamente productiva, la más rica, era la que se contemplaba hasta hace medio siglo (1957);ampliado hacia el norte gracias a la presencia del Barranco de Carraixet y hacia el sur por el Barranco de Torrente y el río Xúquer, lo que ha supuesto históricamente que todo el litoral valenciano sea un espacio eminentemente fructífero y poblado, teniendo que exceptuar dentro de tan ubérrimo territorio el pequeño entorno donde se asentaba el trozo de la rambla, cuenca, la hondonada que antaño principiaba el puente de Serranos y Santa Mónica, hasta que se alcanzaba, por poniente el lugar donde se encontraba el Patronato, actual Nuevo Centro, junto el puente de Ademús.
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