TERRES MARJALENQUES
Juan B. Viñals Cebriá
Antaño, eran muchísimas las ocasiones en que el cauce del río Turia se desbordaba de forma menos violenta que durante la riada de 1957 y, por lo tanto sus aguas lograban anegar los terrenos que encontraba por todo vora riu hasta rebasar incluso el tramo conocido como la Rambla. Cuando nuevamente el río entraba en calma y sus aguas discurrían normalmente por su cauce, las tierras antes anegadas, aparecían ahora convertidas en amplísimos marjales; con esta forma de comportarse el río forma meandros, arrastra y construye tierras para el cultivo, que después el mismo se encarga de regar, y de esta forma tan circunstancial e imprevista, y caprichosa la NATURALEZA misma creó les terres marjalenques en esta parte del río, que dieron nombre a este popular raval conocido con el determinativo de MARJALENEA, terres baixes y humitdes junt al vivificador riu, (tierras bajas y húmedas junto al vivificador río).
De aquí infiero que MARJALENA tomó la denominación y tuvo su origen porque sus tierras más bajas, quedaban unidas con el margen del río, que según el caudal que derramaba se formaban las tierras anegosas quedando transformadas estas en lo que los valencianos llamamos terres marjalenques.
De esta misma forma y circunstancia es la que siempre ha concurrido en otros lugares junto a otros ríos valencianos, a cuya vera se han formado zonas húmedas, conocidas con el típico nombre de marjal, o marjals.
Desde la antigüedad junto a los ríos Turia, Júcar Magro y otros se han formado las zonas húmedas o aguanosas y marjales, de mayor notoriedad en la Comunidad Valenciana. La típica y popular Marjal se encuentra bañada por las aguas del río Júcar. En otros lugares, con diferentes formas, extensión y tamaños, también se han formado marjales conocidos como Marjal. De entre los muchos derivados de la palabra marjales existentes y que aun perduran en nuestra Comunidad Valenciana recordaremos algunos de ellos... Marjalena, antiquísimo y popular barrio situado en L’Horta Nord de Valencia, Marjaletes, partida de Sollana (Ribera Baixa), ciudad arrocera por excelencia. Marjaleneria, popular partida que se encuentra en nuestra ciudad hermana de Castellón de la Plana. Marjal dels Moros, en la histórica ciudad de Sagunto Marjal de Pego-Oliva, Marjal de Xeresa, Marjal de Massamagrell, Marjal de Almenara, la Marjal junto a la playa de l’Ampolla, en Moraira-Teulada, etc., etc..
Desde el asentamiento en el lugar de Marjalena nuestros antepasados, árabes vivieron y se acomodaron en almunias, rahals (finca rural compuesta por una o varias casas), alqueríes, barraques, o en una dumuncula (casa pequeña), llogarets y para viajeros, transeúntes y trashumantes se alojaban en alfondech (edificio que servía como hospedería y almacén), estas últimas casas por lo general se encontraban situadas junto al caminás (palabra que aún tiene vigencia en algunos lugares de la geografía valenciana). “Camino grande que no dice de donde viene ni a donde va: sencillamente viene y va de norte a sur y de sur a norte. Suele aceptarse su origen neolítico. Todos los demás caminos le son transversales, lo que indica su posterior apertura”.
Nuestros primeros moradores musulmanes con esfuerzo, constancia y siguiendo los sabios consejos de los ancianos agricultores más experimentados y con un profundo conocimiento de la agricultura y la arboricultura, consiguieron transformar los aigua molls y terrenos baldíos próximos al río, en tierras productivas para el cultivo de arroz y canem (cáñamo). En el resto de estas fértiles huertas que todas ellas más bien parecían un frondoso vergel, con deliciosas vegas sombreadas por gran cantidad de árboles en donde sobresalían de aquella variedad de frutos, la protegida morera, en estas cuidadas huertas se cultivaban gran cantidad de verduras y hortalizas dado el consumo por la proximidad de la ciudad: en ellas nunca faltaba el agua, ya que disponía de ésta en abundancia proveniente de la antiguas acequias, entre otras las de Mestalla, Rascanya, Tormos, braç de Petra, el Goleró, braç de Rambla, braç d’Algirós, i Barranc d`Endolça, que aquellos primeros pobladores árabes proyectaron, construyeron y dejaron como patrimonio para futuras generaciones, una obra que vista por el paso de los años fue todo un portento de avanzada ingeniería para aquella época. Como queda demostrado, la agricultura y los regadíos tuvieron un gran desarrollo, y se introdujeron nuevos y variados cultivos y árboles frutales. La terminología que actualmente empleamos en materia de riegos es todavía totalmente heredada de los árabes: acequia, azud, noria, aljibe, senia y de los mismos tenemos en el actual idioma valenciano palabras como: bacora, carchofa, carabassa, gesmil, sucre, canyamel, dacsa, llima, zafanoria, safrà, taronja, fanecada, arrop, aixerop... Nuestros antepasados musulmanes con sabiduría, destreza y paciencia, consiguieron que de forma perfecta al agua llegara hasta el último rincón de este raval. Combinaron el agua de las acequias con el caudal del río Guadalaviar, que indistintamente se servían de sus aguas para los riegos y cuando lo precisaban empleaban el cauce para realizar el eixugó (dejar sin agua los campos) operación que se realiza previamente a la plantà y a la siega del arroz que se cultivaba en estes terres marjalenques. Los agarenos sentían seducción por sus fértiles y bien cuidadas huertas, sus vegas y rincones umbríos, refrescados por las cristalinas aguas que discurrían por sus limpias y bien trazadas acequias, y su río, mientras que la montaña no tenía ningún atractivo para ellos. La abundancia de las aguas en este raval es el fundamento y principal motivo del profundo arraigo que sentían los moradores por estas fecundas tierras. Por lo tanto, queda confirmado que el origen etimológico del nombre del lugar de Marjalena tiene su base, en el topónimo valenciano Marjal y por lo tanto Marjalena ha guardado siempre la misma filosofía y no ha cambiado más que su ortografía con la llegada del rey Don Jaime I “el Conquistador” en el año 1238, donde muy prontamente aparece el topónimo en los documentos paleográficos (1238. Donación 428) Marchiliena y Marchilienam en El Llibre del Repartiment, aunque con la grafía de Marchiliena, todo como consecuencia de que los escribas reales cristianos, por su origen y formación tienden a latinizar las voces geográficas, a su propia conciencia etimológica. A este respecto el prestigioso arabista Ambrosio Huici, nos ofrece seguidamente una breve, clara y definitiva explicación por la cual un mismo nombre aparece con grafías diferentes en el Repartiment.-
“Las minutas redactadas por diversos escribanos, todos ignorantes del árabe, ofrecen una variedad increíble en las trascripciones tomadas al oído del mismo nombre”. Leído detenidamente lo que nos dice este prestigioso historiador, hay que suponer el gran esfuerzo y las dificultades tan enormes con que se encontrarían los moradores de este raval, cuando se veían obligados a decir el nombre propio o él de este lugar a los escribas que en aquellos momentos redactaban las expropiaciones y posteriores donaciones. Seguramente para hacerse entender con su lengua propia que recordaremos por aquél entonces era el árabe vulgar y romance valenciano dirían despacio y deletreando Mar-ja-le-na... Mar-ja-le-na... pero como asegura el gran arabista Ambrosio Huici los escribas que desconocían la lengua de los vencidos musulmanes valencianos, como queda manifestado dejaban corrompido el nombre como queda demostrado.
Respecto a las dificultades que encontrarían, muy concretamente referido al entendimiento idiomático, entre las huestes conquistadoras, y los valencianos hay que fundamentarlas en al amalgama y diversidad de personas que componían el bando vencedor y el habla tan diferenciada de los valencianos vencidos
Para concluir con la problemática de la descomposición con que aparecen los nombres de algunos topónimos lo hacemos aportando el sabio consejo del cronista del Reino Don Gaspar Escolano que de forma clara y diáfana nos dice: “Al presentarse más tarde los aragoneses bajo los muros de Valencia, corrompieron los nombres árabes de difícil pronunciación o impusieron otros nuevos a las calles, barrios y arrabales”.
BREVE RESUMEN DOCUMENTADO DEL ORIGEN DELTOPONÓMICO
Los documentos consultados respectos al origen del nombre de Marjalena, nos vienen a confirmar que al antiquísimo topónimo se fundamenta y lo origina del suelo de una parte de su partida: más concretamente, las tierras conocidas popularmente como vora riu. Cuando éstas definitivamente fueron rescatadas, se dedicaban al cultivo del arroz, productos de huerta y a cereales, principalmente trigo, siempre tan escaso para el abastecimiento de las ciudades.
Queremos recordar que por los años 1300, junto a las extensas vegas y huertas que circundaban la ciudad de Valencia, existían grandes extensiones de humedales o aiguamolls como le llamaban en lengua valenciana. Estos aiguamolls no eran aprovechados para la agricultura. Los marjales de mayor extensión e importancia se encontraban situados en l’horta sud, por lo tanto muy distantes del núcleo urbano. La importancia y la grandiosidad de les terres marjalenques de l’horta sud contrastaban con las del raval de Marjalena tan próximas a la gran ciudad. Estas tierras de vora a riu que se encontraban en la ribera del Turia, desde el tétrico cremador (Nuevo centro) al pont de Serrans. La proximidad que tenía con la gran urbe y ser paso obligado para desplazarse a los Serranos, reino de Aragón, camp de Llíria i camp del Turia, Campanar, Burjassot, etc. Dieron gran notoriedad no exenta de gran popularidad a las tierras marjalenques de este antiquísimo arrabal. Al respecto de estos humedales, A. Rubio Vel, dejaría escrito:
“En el siglo XIV, en un momento de notable crecimiento demográfico, el “Consell de la Ciutat” decidió emprender la desecación de los mismos, aunque después siguieran llamándose (terres) marjalenques, partidas marjalenques de la ciudad. Los documentos medievales usan la expresión terra de marjal, para distinguirla de la de regadío (horta) y del secá”.
Los vecinos de la ciudad acostumbrados como estaban a transitar por calles estrechas o sinuosas, cuando por cualquier circunstancia llegaban a contemplar “les terres marjalenques” de esta partida o luminoso raval, se encontraban unas tierras de características muy diferenciadas a las que ellos estaban acostumbrados a contemplar en la huerta. Los otros humedales junto al río Túria, como anteriormente hemos mencionado, se encontraban en l’horta sud y por lo tanto muy distantes del gran núcleo urbano, por lo que es muy natural que las tierras marjalencas mas próximas fueran distinguidas con el nombre de Marjalena, mas afín al léxico empleado por los valencianos. De las muchas partidas marjalencas o marjales que existían en el S. XIV en la ciudad de Valencia, la única partida que ha permanecido con el mismo significado pero con diferenciada o corrompida grafia.
Otro documento encontrado de extraordinaria valía es el privilegio llamado concordia y que reproducimos tal cual figura en la crónica.-“El día 16 de agosto de 1386. Pedro IV, concede el privilegio llamado Concordia que tiene como origen francos y marjales. Se trata de la puesta en cultivo de una extensión aguanosa y de marjales junto al río Túria. Esta concordia fue confirmada por Fernando II en las cortes de Monzón en 1510”
En la publicación de E. Burriel se refiere a los Francos y terres marjalenques de los diferentes lugares existentes en la ciudad de Valencia y dice esto tan aclaratorio.-“Antes de que termine el siglo hay una disposición poco citada pero muy importante. Es el establecimiento de la zona de francos y marjales. Dado por Pedro IV en Barcelona el 16 de Agosto de 1386. Organizó esta extensa zona de la huerta, que utiliza los sobrantes de las acequias de la vega, sin ser tierras empadronadas en sus comunidades, quedando bajo la dependencia del Consejo y Jurados de la ciudad de Valencia”
El gran historiador valenciano D. Roque Chabás, al referirse a esta parte izquierda del río Turia y más concretamente a los arrabales de la Valencia musulmana decía:-
“La situación alta del terreno de la Alcudia, por poca que fuere, le daba importancia para tomar este nombre, pues los terrenos más cercanos al río en aquella parte tomaban y aun conservan, el de Marchalenes por donde el río se desbordaba”.
Todo lo anteriormente expuesto queda confirmado en “Documentos y datos para un estudio toponímico de la región valenciana” debido a Maria Cabanes Pecourt, Ramón Ferrer Navarro y Abelardo Herrero Alonso. –
“El agua fue en todo tiempo un motivo denominador importante, desde los primeros pueblos-que encontraban en el agua motivos divinizadores-hasta la cultura árabe-que siempre vio en el agua un elemento imprescindible para sus ritos religiosos o para sus ocios sibaríticos”.
La naturaleza que caprichosamente aflora fuentes, forma cauces por donde deslizarse el agua de los ríos, es en estos favorecidos lugares donde se constituyen los núcleos mas habitados y por lo tanto no podían ser ignorados a la hora de designar denominaciones con alguna vinculación con la calidad del suelo y sus reminiscencias hidrográficas son las que decidían la formación o designación de los nombres. Los referidos autores del mencionado libro nos lo demuestran cuando dicen; los topónimos no son fruto de la sinrazón o caprichoso azar: una razón (geográfica, histórica,...) los ha motivado. Observando la topografía hallamos enseguida la explicación toponímica de numerosas localidades. Esto prueba claramente que las voces geográficas responden siempre a un sistema de denominación de carácter “significativo” y es curioso observar como algunas veces, cuando el hombre no encuentra sentido a ciertas voces geográficas, las modifica caprichosamente, de acuerdo con estructuras morfológicas más afines a su léxico en uso, y –sobre todo- más significativas (ya hemos aludido anteriormente algunos casos de influencia analógica y de etimología popular).
Todo lo anteriormente expuesto queda confirmado por M. D. Cabanes, R. Ferrer y A. Herrero, que cuando se refieren a suelos de las mismas circunstancias y características como el que aquí nos ocupa, dicen lo siguiente:
“Como ocurría en la toponimia de origen árabe, también en el netamente valenciana hay voces geográficas que deben su nombre a las circunstancias del suelo donde se hallan asentados los núcleos de población que representan”.
Del histórico y ancestral topónimo de Marjalena, nombre corrompido después por los escribas de Jaime I en el famoso Repartiment donde éstos dejaban sentado en la donación el híbrido nombre de Marchiliena o Marchilienam, pasando después por el castellanizado Marchalenes hasta llegar, en la actualidad, al modismo ilógico de Marxalenes.
Del antiquísimo y determinativo nombre Marjalena, cuyo origen se pierde en la oscura noche de los tiempos después se adopta el castellanizado Marchalena. El motivo por el cual se distorsiona la grafía del expresivo topónimo, nos lo aclaran los ya mencionados autores de la documentadísima publicación cuando dicen.-
“Numerosos topónimos valencianos han sufrido proceso de castellanización. Quizá uno de los mejores frutos prácticos de los testimonios documentales sea la detectación del proceso castellanizante que han seguido numerosas voces geográficas de la Comunidad Valenciana. La dificultad enorme que suponen algunos fonemas de nuestra lengua a la hora de ser captados por el oído castellano, ha hecho que muchísimos topónimos hayan sido adoptados a la fonética castellana, mucho mas elemental y simple que la valenciana”
Ofrecemos seguidamente un ejemplo que nos permitirá dar a conocer lo difícil que resulta al castellano parlante la pronunciación del fonema (J) cuando se emplea en palabras valencianas como Ajuntament, Major, Marjalena, Marjalenques, Marjaler, etc. El nuevo modismo de Marxalenes, tenemos que suponer que previene del apelativo “marxant”; del castellano marchante, mercachifle o mercader. “Mercader, en probable función de apellido o apodo, incorporado a nuestra lengua por influencia del francés, y procedente del latín “MERCANTIS” (sobre el verbo MERCARI, “comerciar”, “traficar”, “ejercer el oficio de compraventa”)
Por lo tanto el modismo(x) en Marxalenes no guarda ninguna relación semántica ni vínculo con el topónimo valenciano de MARJAL, origen etimológico de los derivados Marjaletes, Marjaleneria, Marjalena, o Marjaló.
El incuestionable y verdadero soporte en que se fundamenta nuestro topónimo, además de lo anteriormente expuesto está en la base de su origen.
Del árabe March-tierras bajas y aguanosas, al castellano Marjal y Almarjal, terreno bajo y pantanoso, al valenciano Marjal terres baixes i hutmides. Las tres lenguas tienen el mismo significado: la calidad y la formación del suelo.
Fin
Juan B. Viñals Cebriá
Antaño, eran muchísimas las ocasiones en que el cauce del río Turia se desbordaba de forma menos violenta que durante la riada de 1957 y, por lo tanto sus aguas lograban anegar los terrenos que encontraba por todo vora riu hasta rebasar incluso el tramo conocido como la Rambla. Cuando nuevamente el río entraba en calma y sus aguas discurrían normalmente por su cauce, las tierras antes anegadas, aparecían ahora convertidas en amplísimos marjales; con esta forma de comportarse el río forma meandros, arrastra y construye tierras para el cultivo, que después el mismo se encarga de regar, y de esta forma tan circunstancial e imprevista, y caprichosa la NATURALEZA misma creó les terres marjalenques en esta parte del río, que dieron nombre a este popular raval conocido con el determinativo de MARJALENEA, terres baixes y humitdes junt al vivificador riu, (tierras bajas y húmedas junto al vivificador río).
De aquí infiero que MARJALENA tomó la denominación y tuvo su origen porque sus tierras más bajas, quedaban unidas con el margen del río, que según el caudal que derramaba se formaban las tierras anegosas quedando transformadas estas en lo que los valencianos llamamos terres marjalenques.
De esta misma forma y circunstancia es la que siempre ha concurrido en otros lugares junto a otros ríos valencianos, a cuya vera se han formado zonas húmedas, conocidas con el típico nombre de marjal, o marjals.
Desde la antigüedad junto a los ríos Turia, Júcar Magro y otros se han formado las zonas húmedas o aguanosas y marjales, de mayor notoriedad en la Comunidad Valenciana. La típica y popular Marjal se encuentra bañada por las aguas del río Júcar. En otros lugares, con diferentes formas, extensión y tamaños, también se han formado marjales conocidos como Marjal. De entre los muchos derivados de la palabra marjales existentes y que aun perduran en nuestra Comunidad Valenciana recordaremos algunos de ellos... Marjalena, antiquísimo y popular barrio situado en L’Horta Nord de Valencia, Marjaletes, partida de Sollana (Ribera Baixa), ciudad arrocera por excelencia. Marjaleneria, popular partida que se encuentra en nuestra ciudad hermana de Castellón de la Plana. Marjal dels Moros, en la histórica ciudad de Sagunto Marjal de Pego-Oliva, Marjal de Xeresa, Marjal de Massamagrell, Marjal de Almenara, la Marjal junto a la playa de l’Ampolla, en Moraira-Teulada, etc., etc..
Desde el asentamiento en el lugar de Marjalena nuestros antepasados, árabes vivieron y se acomodaron en almunias, rahals (finca rural compuesta por una o varias casas), alqueríes, barraques, o en una dumuncula (casa pequeña), llogarets y para viajeros, transeúntes y trashumantes se alojaban en alfondech (edificio que servía como hospedería y almacén), estas últimas casas por lo general se encontraban situadas junto al caminás (palabra que aún tiene vigencia en algunos lugares de la geografía valenciana). “Camino grande que no dice de donde viene ni a donde va: sencillamente viene y va de norte a sur y de sur a norte. Suele aceptarse su origen neolítico. Todos los demás caminos le son transversales, lo que indica su posterior apertura”.
Nuestros primeros moradores musulmanes con esfuerzo, constancia y siguiendo los sabios consejos de los ancianos agricultores más experimentados y con un profundo conocimiento de la agricultura y la arboricultura, consiguieron transformar los aigua molls y terrenos baldíos próximos al río, en tierras productivas para el cultivo de arroz y canem (cáñamo). En el resto de estas fértiles huertas que todas ellas más bien parecían un frondoso vergel, con deliciosas vegas sombreadas por gran cantidad de árboles en donde sobresalían de aquella variedad de frutos, la protegida morera, en estas cuidadas huertas se cultivaban gran cantidad de verduras y hortalizas dado el consumo por la proximidad de la ciudad: en ellas nunca faltaba el agua, ya que disponía de ésta en abundancia proveniente de la antiguas acequias, entre otras las de Mestalla, Rascanya, Tormos, braç de Petra, el Goleró, braç de Rambla, braç d’Algirós, i Barranc d`Endolça, que aquellos primeros pobladores árabes proyectaron, construyeron y dejaron como patrimonio para futuras generaciones, una obra que vista por el paso de los años fue todo un portento de avanzada ingeniería para aquella época. Como queda demostrado, la agricultura y los regadíos tuvieron un gran desarrollo, y se introdujeron nuevos y variados cultivos y árboles frutales. La terminología que actualmente empleamos en materia de riegos es todavía totalmente heredada de los árabes: acequia, azud, noria, aljibe, senia y de los mismos tenemos en el actual idioma valenciano palabras como: bacora, carchofa, carabassa, gesmil, sucre, canyamel, dacsa, llima, zafanoria, safrà, taronja, fanecada, arrop, aixerop... Nuestros antepasados musulmanes con sabiduría, destreza y paciencia, consiguieron que de forma perfecta al agua llegara hasta el último rincón de este raval. Combinaron el agua de las acequias con el caudal del río Guadalaviar, que indistintamente se servían de sus aguas para los riegos y cuando lo precisaban empleaban el cauce para realizar el eixugó (dejar sin agua los campos) operación que se realiza previamente a la plantà y a la siega del arroz que se cultivaba en estes terres marjalenques. Los agarenos sentían seducción por sus fértiles y bien cuidadas huertas, sus vegas y rincones umbríos, refrescados por las cristalinas aguas que discurrían por sus limpias y bien trazadas acequias, y su río, mientras que la montaña no tenía ningún atractivo para ellos. La abundancia de las aguas en este raval es el fundamento y principal motivo del profundo arraigo que sentían los moradores por estas fecundas tierras. Por lo tanto, queda confirmado que el origen etimológico del nombre del lugar de Marjalena tiene su base, en el topónimo valenciano Marjal y por lo tanto Marjalena ha guardado siempre la misma filosofía y no ha cambiado más que su ortografía con la llegada del rey Don Jaime I “el Conquistador” en el año 1238, donde muy prontamente aparece el topónimo en los documentos paleográficos (1238. Donación 428) Marchiliena y Marchilienam en El Llibre del Repartiment, aunque con la grafía de Marchiliena, todo como consecuencia de que los escribas reales cristianos, por su origen y formación tienden a latinizar las voces geográficas, a su propia conciencia etimológica. A este respecto el prestigioso arabista Ambrosio Huici, nos ofrece seguidamente una breve, clara y definitiva explicación por la cual un mismo nombre aparece con grafías diferentes en el Repartiment.-
“Las minutas redactadas por diversos escribanos, todos ignorantes del árabe, ofrecen una variedad increíble en las trascripciones tomadas al oído del mismo nombre”. Leído detenidamente lo que nos dice este prestigioso historiador, hay que suponer el gran esfuerzo y las dificultades tan enormes con que se encontrarían los moradores de este raval, cuando se veían obligados a decir el nombre propio o él de este lugar a los escribas que en aquellos momentos redactaban las expropiaciones y posteriores donaciones. Seguramente para hacerse entender con su lengua propia que recordaremos por aquél entonces era el árabe vulgar y romance valenciano dirían despacio y deletreando Mar-ja-le-na... Mar-ja-le-na... pero como asegura el gran arabista Ambrosio Huici los escribas que desconocían la lengua de los vencidos musulmanes valencianos, como queda manifestado dejaban corrompido el nombre como queda demostrado.
Respecto a las dificultades que encontrarían, muy concretamente referido al entendimiento idiomático, entre las huestes conquistadoras, y los valencianos hay que fundamentarlas en al amalgama y diversidad de personas que componían el bando vencedor y el habla tan diferenciada de los valencianos vencidos
Para concluir con la problemática de la descomposición con que aparecen los nombres de algunos topónimos lo hacemos aportando el sabio consejo del cronista del Reino Don Gaspar Escolano que de forma clara y diáfana nos dice: “Al presentarse más tarde los aragoneses bajo los muros de Valencia, corrompieron los nombres árabes de difícil pronunciación o impusieron otros nuevos a las calles, barrios y arrabales”.
BREVE RESUMEN DOCUMENTADO DEL ORIGEN DELTOPONÓMICO
Los documentos consultados respectos al origen del nombre de Marjalena, nos vienen a confirmar que al antiquísimo topónimo se fundamenta y lo origina del suelo de una parte de su partida: más concretamente, las tierras conocidas popularmente como vora riu. Cuando éstas definitivamente fueron rescatadas, se dedicaban al cultivo del arroz, productos de huerta y a cereales, principalmente trigo, siempre tan escaso para el abastecimiento de las ciudades.
Queremos recordar que por los años 1300, junto a las extensas vegas y huertas que circundaban la ciudad de Valencia, existían grandes extensiones de humedales o aiguamolls como le llamaban en lengua valenciana. Estos aiguamolls no eran aprovechados para la agricultura. Los marjales de mayor extensión e importancia se encontraban situados en l’horta sud, por lo tanto muy distantes del núcleo urbano. La importancia y la grandiosidad de les terres marjalenques de l’horta sud contrastaban con las del raval de Marjalena tan próximas a la gran ciudad. Estas tierras de vora a riu que se encontraban en la ribera del Turia, desde el tétrico cremador (Nuevo centro) al pont de Serrans. La proximidad que tenía con la gran urbe y ser paso obligado para desplazarse a los Serranos, reino de Aragón, camp de Llíria i camp del Turia, Campanar, Burjassot, etc. Dieron gran notoriedad no exenta de gran popularidad a las tierras marjalenques de este antiquísimo arrabal. Al respecto de estos humedales, A. Rubio Vel, dejaría escrito:
“En el siglo XIV, en un momento de notable crecimiento demográfico, el “Consell de la Ciutat” decidió emprender la desecación de los mismos, aunque después siguieran llamándose (terres) marjalenques, partidas marjalenques de la ciudad. Los documentos medievales usan la expresión terra de marjal, para distinguirla de la de regadío (horta) y del secá”.
Los vecinos de la ciudad acostumbrados como estaban a transitar por calles estrechas o sinuosas, cuando por cualquier circunstancia llegaban a contemplar “les terres marjalenques” de esta partida o luminoso raval, se encontraban unas tierras de características muy diferenciadas a las que ellos estaban acostumbrados a contemplar en la huerta. Los otros humedales junto al río Túria, como anteriormente hemos mencionado, se encontraban en l’horta sud y por lo tanto muy distantes del gran núcleo urbano, por lo que es muy natural que las tierras marjalencas mas próximas fueran distinguidas con el nombre de Marjalena, mas afín al léxico empleado por los valencianos. De las muchas partidas marjalencas o marjales que existían en el S. XIV en la ciudad de Valencia, la única partida que ha permanecido con el mismo significado pero con diferenciada o corrompida grafia.
Otro documento encontrado de extraordinaria valía es el privilegio llamado concordia y que reproducimos tal cual figura en la crónica.-“El día 16 de agosto de 1386. Pedro IV, concede el privilegio llamado Concordia que tiene como origen francos y marjales. Se trata de la puesta en cultivo de una extensión aguanosa y de marjales junto al río Túria. Esta concordia fue confirmada por Fernando II en las cortes de Monzón en 1510”
En la publicación de E. Burriel se refiere a los Francos y terres marjalenques de los diferentes lugares existentes en la ciudad de Valencia y dice esto tan aclaratorio.-“Antes de que termine el siglo hay una disposición poco citada pero muy importante. Es el establecimiento de la zona de francos y marjales. Dado por Pedro IV en Barcelona el 16 de Agosto de 1386. Organizó esta extensa zona de la huerta, que utiliza los sobrantes de las acequias de la vega, sin ser tierras empadronadas en sus comunidades, quedando bajo la dependencia del Consejo y Jurados de la ciudad de Valencia”
El gran historiador valenciano D. Roque Chabás, al referirse a esta parte izquierda del río Turia y más concretamente a los arrabales de la Valencia musulmana decía:-
“La situación alta del terreno de la Alcudia, por poca que fuere, le daba importancia para tomar este nombre, pues los terrenos más cercanos al río en aquella parte tomaban y aun conservan, el de Marchalenes por donde el río se desbordaba”.
Todo lo anteriormente expuesto queda confirmado en “Documentos y datos para un estudio toponímico de la región valenciana” debido a Maria Cabanes Pecourt, Ramón Ferrer Navarro y Abelardo Herrero Alonso. –
“El agua fue en todo tiempo un motivo denominador importante, desde los primeros pueblos-que encontraban en el agua motivos divinizadores-hasta la cultura árabe-que siempre vio en el agua un elemento imprescindible para sus ritos religiosos o para sus ocios sibaríticos”.
La naturaleza que caprichosamente aflora fuentes, forma cauces por donde deslizarse el agua de los ríos, es en estos favorecidos lugares donde se constituyen los núcleos mas habitados y por lo tanto no podían ser ignorados a la hora de designar denominaciones con alguna vinculación con la calidad del suelo y sus reminiscencias hidrográficas son las que decidían la formación o designación de los nombres. Los referidos autores del mencionado libro nos lo demuestran cuando dicen; los topónimos no son fruto de la sinrazón o caprichoso azar: una razón (geográfica, histórica,...) los ha motivado. Observando la topografía hallamos enseguida la explicación toponímica de numerosas localidades. Esto prueba claramente que las voces geográficas responden siempre a un sistema de denominación de carácter “significativo” y es curioso observar como algunas veces, cuando el hombre no encuentra sentido a ciertas voces geográficas, las modifica caprichosamente, de acuerdo con estructuras morfológicas más afines a su léxico en uso, y –sobre todo- más significativas (ya hemos aludido anteriormente algunos casos de influencia analógica y de etimología popular).
Todo lo anteriormente expuesto queda confirmado por M. D. Cabanes, R. Ferrer y A. Herrero, que cuando se refieren a suelos de las mismas circunstancias y características como el que aquí nos ocupa, dicen lo siguiente:
“Como ocurría en la toponimia de origen árabe, también en el netamente valenciana hay voces geográficas que deben su nombre a las circunstancias del suelo donde se hallan asentados los núcleos de población que representan”.
Del histórico y ancestral topónimo de Marjalena, nombre corrompido después por los escribas de Jaime I en el famoso Repartiment donde éstos dejaban sentado en la donación el híbrido nombre de Marchiliena o Marchilienam, pasando después por el castellanizado Marchalenes hasta llegar, en la actualidad, al modismo ilógico de Marxalenes.
Del antiquísimo y determinativo nombre Marjalena, cuyo origen se pierde en la oscura noche de los tiempos después se adopta el castellanizado Marchalena. El motivo por el cual se distorsiona la grafía del expresivo topónimo, nos lo aclaran los ya mencionados autores de la documentadísima publicación cuando dicen.-
“Numerosos topónimos valencianos han sufrido proceso de castellanización. Quizá uno de los mejores frutos prácticos de los testimonios documentales sea la detectación del proceso castellanizante que han seguido numerosas voces geográficas de la Comunidad Valenciana. La dificultad enorme que suponen algunos fonemas de nuestra lengua a la hora de ser captados por el oído castellano, ha hecho que muchísimos topónimos hayan sido adoptados a la fonética castellana, mucho mas elemental y simple que la valenciana”
Ofrecemos seguidamente un ejemplo que nos permitirá dar a conocer lo difícil que resulta al castellano parlante la pronunciación del fonema (J) cuando se emplea en palabras valencianas como Ajuntament, Major, Marjalena, Marjalenques, Marjaler, etc. El nuevo modismo de Marxalenes, tenemos que suponer que previene del apelativo “marxant”; del castellano marchante, mercachifle o mercader. “Mercader, en probable función de apellido o apodo, incorporado a nuestra lengua por influencia del francés, y procedente del latín “MERCANTIS” (sobre el verbo MERCARI, “comerciar”, “traficar”, “ejercer el oficio de compraventa”)
Por lo tanto el modismo(x) en Marxalenes no guarda ninguna relación semántica ni vínculo con el topónimo valenciano de MARJAL, origen etimológico de los derivados Marjaletes, Marjaleneria, Marjalena, o Marjaló.
El incuestionable y verdadero soporte en que se fundamenta nuestro topónimo, además de lo anteriormente expuesto está en la base de su origen.
Del árabe March-tierras bajas y aguanosas, al castellano Marjal y Almarjal, terreno bajo y pantanoso, al valenciano Marjal terres baixes i hutmides. Las tres lenguas tienen el mismo significado: la calidad y la formación del suelo.
Fin
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