EL CAMINÀS DE MARCHALENES
Juan B. Viñals Cebriá
Caminàs (palabra valenciana que aún tiene vigencia en algunos lugares de nuestra geografía autóctona), y que su significado es el siguiente. -Camino grande que no dice de donde viene ni a donde va: sencillamente viene y va de norte a sur y de sur a norte. Suele aceptarse su origen neolítico. Todos los demás caminos le son transversales, lo que indica su posterior apertura.
Lo primero que deseamos advertir al lector, es que esta narración se refiere al lejano verano de 1932, y es por esos tiempos cuando el caminàs de este antiquísimo poblado, o arrabal, ya había sufrido entre otros, desde el año 1919, el traumatismo de ver extirpada una importante arteria de su tramo principal, para convertirse como calle Doctor Olóriz. Si nos retrotraemos al Nomenclátor de la ciudad de Valencia de finales de siglo XIX, los primeros números rotulados con el nombre de Marchalenes, comprendían el Llano de la Zaidía, hasta alcanzar el puente de las Artes (antigua Rambla). La calle Arzobispo Fabián y Fuero, por aquellos mismos tiempos estaba rotulado como: Primera Travesía de Marchalenes.
El recuerdo que guardo corresponde al principio de esta calle, o dicho de forma más sencilla; al comienzo del resto que como calle quedó de lo que antaño fue el camí de Marjalenes. En mis retinas entonces infantiles, guardo con ternura una luminosa estampa llena de bulliciosa y colorista simpatía. Por aquellos tiempos los que pretendía acceder a la barriada desde el centro de la ciudad, rebasada la desaparecida iglesia de la Virgen del Rosario (desde 1940, Santiago Apóstol), adquiría la calle una ligera inclinación hasta conseguir la rasante del mismo nivel que se producía, precisamente, en unas grandes piedras de rodeno que cubrían la caudalosa acequia en ese lugar que aun existe, y que era conocida como braç de Rambla; ramal de la acequia de Mestalla, procedente del molí de Bas, y que discurría dicho cauce lindante con la parroquia desaparecida. Rebasadas las referidas piedras, en ese punto de la acequia descrita, precisamente desde ese punto, comenzaba desde el año 1919, el trozo en que quedó reducido el camí o carrer Marchalenes, y desde ese mismo lugar empezaba el empedrado y del suelo por medio de grandes adoquines rojizos, obra que se realizó por los primeros años de la década de los años 30 del siglo pasado, obra que fue realizada a instancia y solicitud del Casino Republicano (Blasquista) de la barriada.
Hemos de decir que las casas primeras de la parte derecha, con techumbre en forma de uve invertida, y rotuladas con el número dos, tenían tres puertas, al parecer con dos viviendas, sin ningún alto y formaba esquina con la senda del Ventrero, que según algunos de los más viejos vecinos, este lugar tomaba el nombre de una famosa taberna que se encontraba en el contiguo Camí Barcelona (Avenida Constitución), esquina calle Ruaya. En uno de los primeros bajos de la citada senda existía un obrador de preparar tanda (despojos de ternera y cordero), su propietario era conocido coloquialmente como Camilo el tandero. Entre la separación de los números dos y, cuatro es por donde daba comienzo la mencionada senda y formaba un ángulo en la calle. La casona, o vieja alquería, de enfrente es en donde su fachada se podía contemplar el retablo de la Virgen del Rosario; en su parte derecha esta casa terminaba con el muro del corral de la vivienda junto a una acequia, en la acera junto a la pared, se encontraba la tan loada font, en el centro de una carnicería; a la izquierda, esquina con la calle de Montanyana, existía lo que los lugareños llamábamos la barbería (peluquería).
La enorme casona donde lucía el retaule, el cual ocupaba la entrada de la senda del Ventrero y el principio de la calle Montanyana, se encontraba situada donde actualmente se halla la parada del metro de la línea número cuatro, incomprensiblemente rotulada con el nombre de Reus. La citada parada del metro y el mobiliario urbano allí existente, fue antiguamente el punto neurálgico del antiquisim Marjalena, lamentable y errónea interpretación que hace de nuestra historia la dirección de los Ferrocarriles de la Generalitat Valenciana y, por lo tanto, nos privan de dar a conocer nuestras verdaderas raíces; además en la pequeña reseña histórica que figura en las vidrieras, incomprensiblemente, los datos corresponden a la popular barriada de la calle Sagunto.
Donde antaño se encontraba el principio de la calle Montanyana; donde en la esquina existía un viejo caserón habitado por numerosas familias procedentes de distintos lugares; este caserón por sus características era conocido popularmente como el corralot, y años antes fue una importante algepsería. Entre el muro del corral de esta casa se encontraban los campos de las huertas de la alquería de Barriga discurrían las aguas de la antiquísima acequia de Rascanya por el arrabal hasta que vertía sus aguas al mar por la ermita dels peixets de Alboraya. Los campos de la “alquería de Barriga” (Originariamente famosa alquería Guinart), estaban cercados por una clase de arboleda que tenían unas pequeñas hojas verdes y pinchos en sus ramas, las cuales coloquialmente se denominaban puncheres. Esta clase de arbolado alcanzaba hasta la misma portalà del corral de la alquería. La puerta principal de la entrada se encontraba en la parte recayente al camí vell de Burjassot donde formaba esquina y en ese lugar había una font. La otra esquina con la que se formaba la entrada del camí vell era una planta baja donde había una pequeña tienda: botigueta de Rafeleta y en el piso alto tenía la vivienda la familia del Pepitón, que en tiempos de la república fue nombrado alcalde del barrio. Como queda señalado, la alquería de Barriga y la botigueta de Rafeleta es por donde antaño se encontraba el principio del conocidísimo Camí vell de Burjassot (en 1960, rotulado como calle Bautista Esteve Ximeno). El referido Camí vell de Burjassot comenzaban sus números impares, con cuatro casas, sin ningún habitación en el alto y su techo estaba cubierto con tejas morunas.
La calle de Marchalenes (tramo correspondiente al antiguo camino de Lliria), continuaba con un grupo de once casas con una sola altura aunque los últimos edificios disponen de dos pisos. Este pequeño grupo de casas que terminaremos de reseñar nos ofreció una agradable sorpresa al descubrir que en este mismo lugar en algún tiempo se encontraba el principio del importante Camí de Llíria, como se demuestra con este documento.-“Otrosí: Que aunque se nombran dos caminos el uno de Liria, y el otro de Marchalena, y otro también en otra parte de Paterna; es un mismo Camino real; Pues baxando de Liria para Valencia, va a Marchalena; y saliendo de Valencia, va a Liria y Paterna”. (A.R.V, Escrivanies de Cámara, exp.119 (1764) p. 164.
Luego les separaba un campo, cercado también de puncheres y seguidamente cuatro plantas bajas con dos pisos de altura cada una. Esta finca era la más alta de este tramo. En la primera casa se encontraba una paraeta de cacaus i tramussos y a continuación una botigueta de Filo. Las otras dos casas tenían tan solo una altura. Las cuatro siguientes eran de menor elevación pero también contaban con dos pisos cada una, se prolongada la calle por un trozo de campo para huerta y, seguidamente, te encontrabas con “casa del Marino” las particulares características de este edificio por su ubicación y forma, por el año 1946, se desarrollaron algunas escenas de una película inglesa. La última casa reseñada como queda dicho; quedaba unida junto a los muros del desubicado Huerto de la Estrella, residencia que fue del médico y político Faustí Barberá y que tiene su puerta principal encarada al norte y figura rotulado en el número 80 de la calle de Marchalenes.Entre los muros de este huerto y el edificio en ruinas que había enfrente, que eran concretamente los restos del que fue renombrado Convento de la Esperanza, donde antiguamente aconteció el siguiente relato histórico narrado por JB. Perales.- “
A nueve de noviembre salieron el virrey y los regidores con toda la caballería hasta el Monasterio de la Esperanza a recibir a los marqueses, que como guerra acabada se venían a Valencia y entonces entraron todos por ella con paseo y vuelta pública; y en demostración del común aplauso de su sosiego se hundía de las campanas que tocaban sin parar y por la noche se ardía de luminarias (...).”
Después de comenzado el pasado siglo, en parte de los terrenos del huerto conventual se construyó una edificación que tenía forma de barraca, pero sus cubiertas eran de tejas, por debajo de esta nave discurría el braç de Petra (acequia que figura en el Repartiment).Al lado más saliente había una finca con dos plantas bajas y su correspondiente piso alto. Estas dos casas pertenecían al número noventa. Las últimas de la parte derecha de la calle Marchalenes después de construirse en 1895 el Camí Nou terminaban junto a la senda que formaba el muro del convento y a la otra parte del almacén de Obras Públicas y la caseta de los peones camioneros.
Frente a las referidas casas y antes de alcanzar el camino de Burjasot existía un amplio espacio y camino carretero donde se encontraba la font i la bassa, donde se conformaba “el Goleró quien per sequies i sequiols llegaba el agua hasta las huertas más bajas de esta partida. En este su primer tramo descubierto tenía un rústico puente de gruesas piedras de rodeno, señalizado con sendos pilones de piedra de regular altura que servía de paso a carros y caballerías y a los escasos vehículos a motor que circulaban por los años 1940 al 1945, que es cuando se cubrió la acequia y se plantaron tres árboles junto el goleró y de los que ahora tan solo queda un árbol de los llamados platanero, en medio de un bonito seto o rotonda, frente al referido Huerto, la avenida de Portugal, avenida de Burjasot, calle Fidalgo y el desaparecido tramo de la calle Marchalenes.
Retomando nuevamente el principio de los números impares de lo que quedó del antiquísimo camino diremos que: la suave inclinación referida al principio de esta calle Marchalenes, en la parte izquierda antes de llegar al ángulo que formaba la calle, existían unos corrales dedicados a cebaderos de animales porcinos, propiedad de la familia de bonica , después unas plantas bajas que a sus moradores se les conocía como les de Salom , a continuación una ebanistería y así hasta la calle de la Bomba esta pequeñísima calle sin salida(assusac), estaba compuesta por unas viviendas modestas.
Hace ahora más de medio siglo, cuando discurría el año 1950, la calle Marchalenes después de rebasar la calle de la Bomba, seguía largo trecho de casas compuesto por talleres y viviendas ocupadas entre otros por una pelleria, un taller metalúrgico, y uns trajiners conocidos como els blancos, y entre otros recordamos a la puntillera, el gallego, y una fábrica de abonos otras viviendas y así hasta alcanzar el número 29 donde hasta el año 1939 se encontraba el Casino Republicano (Blasquista), centro político de recreo donde en su escenario se celebraron funciones especialmente en valenciano. Después de este local había una finca compuesta por dos plantas bajas y dos alturas cada una, en este edificio residían entre otros la familia de Venancio padre del popular pirotécnico el traca, posteriormente también residía y tenía su taller Juan Canet, innovador de las fallas infantiles. No quiero olvidar al mutilado Eulogio, que como consecuencia de las gravísimas heridas sufridas durante la guerra civil le fueron amputadas ambas manos. En la última escalera también existió hasta el año 1939 el casino Liberal, seguidamente los muros de la parte posterior del huerto de Casa Gens, luego una pequeña senda que comunicaba la calle Marchalenes con la Avenida Burjasot, y seguidamente constaba un campo bastante grande, seguían cuatro casas con un piso artesanos de reconocida solvencia en reparación y construcción de aperos destinados a las huertas, luego estaba el corral la portalà de butifarra, después la puerta accesoria del Casino Sindical, hay que significar la nula actividad política de este casino, más bien era el típico y clásico lugar de solaz esparcimiento de la mayoría del vecindario del barrio. A continuación el corral del estanc (tabacos), después tres casas más a continuación un importante establecimiento regentado por la admirada Amparito la carnissera, donde se vendían comestibles, embutidos, carnes, carbones y toda clase de artículos para el hogar, un autentico supermercado de aquellos tiempos. Y desde la última casa del chaflán se accedía al camino de Burjasot, junto las vías del tranvía número 23 (Valencia, Burjasot-Godella).
La casa de enfrente la ocupaba una tienda de olis y piensos, y por último la conocida bassa del Braç de Petra, el Goleró, i la font
Hoy seria completamente imposible reconocer nada de lo que fue aquella arteria principal del caminás de Marjalena/ Marjalenes, donde la mayoría de sus vecinos eran modestos artesanos, o trabajadores de diferentes oficios o profesiones, excepto algunos huertanos que moraban en sus típicas alquerías. Todo el vecindario podía presumir, entre otras cosas, de practicar y de mantener una gran amistad y armonía entre todos ellos: Lo de Marchalenes-marxa, i no alenes, pura anécdota: nada más lejos de la realidad: La convivencia, armonía, y amistad, tenían carta de naturaleza en el caminás inclusive en todo el antiquísimo raval de Marjalena.
Juan B. Viñals Cebriá
Caminàs (palabra valenciana que aún tiene vigencia en algunos lugares de nuestra geografía autóctona), y que su significado es el siguiente. -Camino grande que no dice de donde viene ni a donde va: sencillamente viene y va de norte a sur y de sur a norte. Suele aceptarse su origen neolítico. Todos los demás caminos le son transversales, lo que indica su posterior apertura.
Lo primero que deseamos advertir al lector, es que esta narración se refiere al lejano verano de 1932, y es por esos tiempos cuando el caminàs de este antiquísimo poblado, o arrabal, ya había sufrido entre otros, desde el año 1919, el traumatismo de ver extirpada una importante arteria de su tramo principal, para convertirse como calle Doctor Olóriz. Si nos retrotraemos al Nomenclátor de la ciudad de Valencia de finales de siglo XIX, los primeros números rotulados con el nombre de Marchalenes, comprendían el Llano de la Zaidía, hasta alcanzar el puente de las Artes (antigua Rambla). La calle Arzobispo Fabián y Fuero, por aquellos mismos tiempos estaba rotulado como: Primera Travesía de Marchalenes.
El recuerdo que guardo corresponde al principio de esta calle, o dicho de forma más sencilla; al comienzo del resto que como calle quedó de lo que antaño fue el camí de Marjalenes. En mis retinas entonces infantiles, guardo con ternura una luminosa estampa llena de bulliciosa y colorista simpatía. Por aquellos tiempos los que pretendía acceder a la barriada desde el centro de la ciudad, rebasada la desaparecida iglesia de la Virgen del Rosario (desde 1940, Santiago Apóstol), adquiría la calle una ligera inclinación hasta conseguir la rasante del mismo nivel que se producía, precisamente, en unas grandes piedras de rodeno que cubrían la caudalosa acequia en ese lugar que aun existe, y que era conocida como braç de Rambla; ramal de la acequia de Mestalla, procedente del molí de Bas, y que discurría dicho cauce lindante con la parroquia desaparecida. Rebasadas las referidas piedras, en ese punto de la acequia descrita, precisamente desde ese punto, comenzaba desde el año 1919, el trozo en que quedó reducido el camí o carrer Marchalenes, y desde ese mismo lugar empezaba el empedrado y del suelo por medio de grandes adoquines rojizos, obra que se realizó por los primeros años de la década de los años 30 del siglo pasado, obra que fue realizada a instancia y solicitud del Casino Republicano (Blasquista) de la barriada.
Hemos de decir que las casas primeras de la parte derecha, con techumbre en forma de uve invertida, y rotuladas con el número dos, tenían tres puertas, al parecer con dos viviendas, sin ningún alto y formaba esquina con la senda del Ventrero, que según algunos de los más viejos vecinos, este lugar tomaba el nombre de una famosa taberna que se encontraba en el contiguo Camí Barcelona (Avenida Constitución), esquina calle Ruaya. En uno de los primeros bajos de la citada senda existía un obrador de preparar tanda (despojos de ternera y cordero), su propietario era conocido coloquialmente como Camilo el tandero. Entre la separación de los números dos y, cuatro es por donde daba comienzo la mencionada senda y formaba un ángulo en la calle. La casona, o vieja alquería, de enfrente es en donde su fachada se podía contemplar el retablo de la Virgen del Rosario; en su parte derecha esta casa terminaba con el muro del corral de la vivienda junto a una acequia, en la acera junto a la pared, se encontraba la tan loada font, en el centro de una carnicería; a la izquierda, esquina con la calle de Montanyana, existía lo que los lugareños llamábamos la barbería (peluquería).
La enorme casona donde lucía el retaule, el cual ocupaba la entrada de la senda del Ventrero y el principio de la calle Montanyana, se encontraba situada donde actualmente se halla la parada del metro de la línea número cuatro, incomprensiblemente rotulada con el nombre de Reus. La citada parada del metro y el mobiliario urbano allí existente, fue antiguamente el punto neurálgico del antiquisim Marjalena, lamentable y errónea interpretación que hace de nuestra historia la dirección de los Ferrocarriles de la Generalitat Valenciana y, por lo tanto, nos privan de dar a conocer nuestras verdaderas raíces; además en la pequeña reseña histórica que figura en las vidrieras, incomprensiblemente, los datos corresponden a la popular barriada de la calle Sagunto.
Donde antaño se encontraba el principio de la calle Montanyana; donde en la esquina existía un viejo caserón habitado por numerosas familias procedentes de distintos lugares; este caserón por sus características era conocido popularmente como el corralot, y años antes fue una importante algepsería. Entre el muro del corral de esta casa se encontraban los campos de las huertas de la alquería de Barriga discurrían las aguas de la antiquísima acequia de Rascanya por el arrabal hasta que vertía sus aguas al mar por la ermita dels peixets de Alboraya. Los campos de la “alquería de Barriga” (Originariamente famosa alquería Guinart), estaban cercados por una clase de arboleda que tenían unas pequeñas hojas verdes y pinchos en sus ramas, las cuales coloquialmente se denominaban puncheres. Esta clase de arbolado alcanzaba hasta la misma portalà del corral de la alquería. La puerta principal de la entrada se encontraba en la parte recayente al camí vell de Burjassot donde formaba esquina y en ese lugar había una font. La otra esquina con la que se formaba la entrada del camí vell era una planta baja donde había una pequeña tienda: botigueta de Rafeleta y en el piso alto tenía la vivienda la familia del Pepitón, que en tiempos de la república fue nombrado alcalde del barrio. Como queda señalado, la alquería de Barriga y la botigueta de Rafeleta es por donde antaño se encontraba el principio del conocidísimo Camí vell de Burjassot (en 1960, rotulado como calle Bautista Esteve Ximeno). El referido Camí vell de Burjassot comenzaban sus números impares, con cuatro casas, sin ningún habitación en el alto y su techo estaba cubierto con tejas morunas.
La calle de Marchalenes (tramo correspondiente al antiguo camino de Lliria), continuaba con un grupo de once casas con una sola altura aunque los últimos edificios disponen de dos pisos. Este pequeño grupo de casas que terminaremos de reseñar nos ofreció una agradable sorpresa al descubrir que en este mismo lugar en algún tiempo se encontraba el principio del importante Camí de Llíria, como se demuestra con este documento.-“Otrosí: Que aunque se nombran dos caminos el uno de Liria, y el otro de Marchalena, y otro también en otra parte de Paterna; es un mismo Camino real; Pues baxando de Liria para Valencia, va a Marchalena; y saliendo de Valencia, va a Liria y Paterna”. (A.R.V, Escrivanies de Cámara, exp.119 (1764) p. 164.
Luego les separaba un campo, cercado también de puncheres y seguidamente cuatro plantas bajas con dos pisos de altura cada una. Esta finca era la más alta de este tramo. En la primera casa se encontraba una paraeta de cacaus i tramussos y a continuación una botigueta de Filo. Las otras dos casas tenían tan solo una altura. Las cuatro siguientes eran de menor elevación pero también contaban con dos pisos cada una, se prolongada la calle por un trozo de campo para huerta y, seguidamente, te encontrabas con “casa del Marino” las particulares características de este edificio por su ubicación y forma, por el año 1946, se desarrollaron algunas escenas de una película inglesa. La última casa reseñada como queda dicho; quedaba unida junto a los muros del desubicado Huerto de la Estrella, residencia que fue del médico y político Faustí Barberá y que tiene su puerta principal encarada al norte y figura rotulado en el número 80 de la calle de Marchalenes.Entre los muros de este huerto y el edificio en ruinas que había enfrente, que eran concretamente los restos del que fue renombrado Convento de la Esperanza, donde antiguamente aconteció el siguiente relato histórico narrado por JB. Perales.- “
A nueve de noviembre salieron el virrey y los regidores con toda la caballería hasta el Monasterio de la Esperanza a recibir a los marqueses, que como guerra acabada se venían a Valencia y entonces entraron todos por ella con paseo y vuelta pública; y en demostración del común aplauso de su sosiego se hundía de las campanas que tocaban sin parar y por la noche se ardía de luminarias (...).”
Después de comenzado el pasado siglo, en parte de los terrenos del huerto conventual se construyó una edificación que tenía forma de barraca, pero sus cubiertas eran de tejas, por debajo de esta nave discurría el braç de Petra (acequia que figura en el Repartiment).Al lado más saliente había una finca con dos plantas bajas y su correspondiente piso alto. Estas dos casas pertenecían al número noventa. Las últimas de la parte derecha de la calle Marchalenes después de construirse en 1895 el Camí Nou terminaban junto a la senda que formaba el muro del convento y a la otra parte del almacén de Obras Públicas y la caseta de los peones camioneros.
Frente a las referidas casas y antes de alcanzar el camino de Burjasot existía un amplio espacio y camino carretero donde se encontraba la font i la bassa, donde se conformaba “el Goleró quien per sequies i sequiols llegaba el agua hasta las huertas más bajas de esta partida. En este su primer tramo descubierto tenía un rústico puente de gruesas piedras de rodeno, señalizado con sendos pilones de piedra de regular altura que servía de paso a carros y caballerías y a los escasos vehículos a motor que circulaban por los años 1940 al 1945, que es cuando se cubrió la acequia y se plantaron tres árboles junto el goleró y de los que ahora tan solo queda un árbol de los llamados platanero, en medio de un bonito seto o rotonda, frente al referido Huerto, la avenida de Portugal, avenida de Burjasot, calle Fidalgo y el desaparecido tramo de la calle Marchalenes.
Retomando nuevamente el principio de los números impares de lo que quedó del antiquísimo camino diremos que: la suave inclinación referida al principio de esta calle Marchalenes, en la parte izquierda antes de llegar al ángulo que formaba la calle, existían unos corrales dedicados a cebaderos de animales porcinos, propiedad de la familia de bonica , después unas plantas bajas que a sus moradores se les conocía como les de Salom , a continuación una ebanistería y así hasta la calle de la Bomba esta pequeñísima calle sin salida(assusac), estaba compuesta por unas viviendas modestas.
Hace ahora más de medio siglo, cuando discurría el año 1950, la calle Marchalenes después de rebasar la calle de la Bomba, seguía largo trecho de casas compuesto por talleres y viviendas ocupadas entre otros por una pelleria, un taller metalúrgico, y uns trajiners conocidos como els blancos, y entre otros recordamos a la puntillera, el gallego, y una fábrica de abonos otras viviendas y así hasta alcanzar el número 29 donde hasta el año 1939 se encontraba el Casino Republicano (Blasquista), centro político de recreo donde en su escenario se celebraron funciones especialmente en valenciano. Después de este local había una finca compuesta por dos plantas bajas y dos alturas cada una, en este edificio residían entre otros la familia de Venancio padre del popular pirotécnico el traca, posteriormente también residía y tenía su taller Juan Canet, innovador de las fallas infantiles. No quiero olvidar al mutilado Eulogio, que como consecuencia de las gravísimas heridas sufridas durante la guerra civil le fueron amputadas ambas manos. En la última escalera también existió hasta el año 1939 el casino Liberal, seguidamente los muros de la parte posterior del huerto de Casa Gens, luego una pequeña senda que comunicaba la calle Marchalenes con la Avenida Burjasot, y seguidamente constaba un campo bastante grande, seguían cuatro casas con un piso artesanos de reconocida solvencia en reparación y construcción de aperos destinados a las huertas, luego estaba el corral la portalà de butifarra, después la puerta accesoria del Casino Sindical, hay que significar la nula actividad política de este casino, más bien era el típico y clásico lugar de solaz esparcimiento de la mayoría del vecindario del barrio. A continuación el corral del estanc (tabacos), después tres casas más a continuación un importante establecimiento regentado por la admirada Amparito la carnissera, donde se vendían comestibles, embutidos, carnes, carbones y toda clase de artículos para el hogar, un autentico supermercado de aquellos tiempos. Y desde la última casa del chaflán se accedía al camino de Burjasot, junto las vías del tranvía número 23 (Valencia, Burjasot-Godella).
La casa de enfrente la ocupaba una tienda de olis y piensos, y por último la conocida bassa del Braç de Petra, el Goleró, i la font
Hoy seria completamente imposible reconocer nada de lo que fue aquella arteria principal del caminás de Marjalena/ Marjalenes, donde la mayoría de sus vecinos eran modestos artesanos, o trabajadores de diferentes oficios o profesiones, excepto algunos huertanos que moraban en sus típicas alquerías. Todo el vecindario podía presumir, entre otras cosas, de practicar y de mantener una gran amistad y armonía entre todos ellos: Lo de Marchalenes-marxa, i no alenes, pura anécdota: nada más lejos de la realidad: La convivencia, armonía, y amistad, tenían carta de naturaleza en el caminás inclusive en todo el antiquísimo raval de Marjalena.