FESTEJOS EN LA VALENCIA-MUSULMANA
Juan B. Viñals Cebriá
En tiempos de los musulmanes (Edad Media, 711-1492), eran lugares circunvecinos del Alcázar, o Palacio de la Çaedia, Beniachaf, Olarios, Rascanya, Mestalla, Petra, Rambla, Marchiliena, Vilanova, Murvedre, Campanar/Campanario, Beniferri, Guadalaviar, Mazlata…
Juan B. Perales, prolífico historiador, al referirse al monarca valenciano dueño y señor de la Zaidia, lo cuenta de la manera siguiente.-“Llamábase el rey moro Muhamad Aben Sad el Gazami Aben Mardanis, pero simplificado su nombre llamábanle comúnmente Aben Sad (…). Aben Sad tenía antes de ser rey de Valencia, su magnifico palacio, no inferior al de las huertas de la Almunia, llamado después el Real, y en la actualidad se le conoce como los Viveros, era superior al de todos los demás reyes que hasta entonces habían ocupado el trono de Valencia (…)”Aquel palacio era la Zaidía, y llevaba entonces el nombre de Mardanis, tronco de la familia de Aben Sad, originario de Marchalenes, nombre que llevaba a principios del siglo XIX, un barrio o pueblecito inmediato a aquel edificio”.
SEÑALADOS FESTEJOS
Todo se encontraba preparado para que se iniciasen los festejos decretados por la princesa Zaida, en honor del restituido matrimonio de sus idolatrados padres Ibn Mardanis, y Zobeldia. De inmediato corrió la voz por tierras valencianas; ninguno de sus moradores quería perderse tan esperados festejos. Era tanta la expectación levantada que los organizadores se vieron con la necesidad de acotar espacios mayores para poder acomodar todo el deseoso público que deseaba presenciar tan magno acontecimiento. Noches antes, lucían las coloristas luminarias artísticamente instaladas a lo largo de la Rambla. Habia tanta luminaria que daba la sensación de que habia amanecido un nuevo dia. Tan colorístico ambiente se encontraba envuelto por el embriagador perfume que emanaban las fragantes plantas y flores que se cultivaban en los cuidados jardines y márgenes de tan placentera rambla. Por todas partes se formaban corros de gentes, donde al fondo, se escuchaban notas de la embrujadora y mágica música andalusí-valenciana, interpretada por experimentados músicos nativos. Abría tan nutrida y colorista cabalgata, una numerosa escuadra de trompadors, quienes con depurada maestría hacían retintinear sus acicalados y radiantes instrumentos; tras estos, formaban los troteros, quienes montados sobre sus bien pertrechados corceles, formaban vistosa guardia de honor, y constituían cual adelantados de los modernos servicios de correos; después les seguían los Ollers (alfareros),quienes procedentes de los cercanos llogarets de la l`Olleria, que habían junto los frondosos boscajes y canyaverales que crecían junto la acequia de Petra, de cuyas riberas, se nutrían de arcilla, para la elaboración de los diferentes vasijas. Els Ollers, elaboraban variados utensilios. Detrás les seguía la comitiva formada por -els corders- - tejedores de vellut, y los molineros, cerraba tan brillante cortejo los prestigiosos -argenters-(plateros)-. Cada uno de esos grupos, ofrecían a los monarcas presentes artesanales. Las ricas familias y las más humildes, se presentaban para presenciar los actos ataviados con sus mejores galas. Los actos inaugurales consistieron en una vistosa interpretación de rítmicos bailes acompañados con cadenciosas notas musicales. De los más recónditos lugares se eligieron las mejores voces y los instrumentos de música más fantásticos, com, flautas, cornetas, chirimías, clarines y dulzainas. La gran parada tuvo lugar próximo al Pla de la Çaidia, en la que tomaron parte guerreros con armas militares, quienes desfilaban a los sones de marciales y rítmicas notas musicales.
Toda aquella abigarrada aglomeración quedaba concentrada en la anchurosa Rambla, que en aquellos lejanos tiempos alcanzaba desde el Palacio Real (ahora Viveros), hasta rebasar la llanura, o cuenca pluvial, donde se habia construido un puente, (actualidad, puente de San José), allí, es donde se encontraba toda aquella mezcolanza de personas entre los que se encontraban nobles castellanos, amigos de la realeza musulmana-valenciana, artesanos, labradores y gentes venidas de todos los confines del reino y de fuera del mismo. A todos los asistentes les unía el deseo de presenciar los festejos que en honor de los reyes habia organizado la princesa Zaida. Al concluir las tonadas, los interpretes fueron premiados con prolongados aplausos; seguidamente se ofrecieron unos armonizados festejos piro- musicales, los cuales hicieron las delicias de la concurrencia, finalizado este brillante festejo, el publico prorrumpió con ensordecedores aplausos, que fueron precedidos de una ligera pausa, es entonces, cuando dio comienzo la presentación de la competición naval, broche de oro, y punto y final de tan esplendorosos festejos. En esta fiesta náutica, participaban las más escogidas barcas mandadas por adiestrados jóvenes de nobles familias, quienes hicieron su aparición en una espectacular demostración de maestría sobre las aguas del Guadalaviar. Con insólita destreza las tripulaciones movían sus remos, lo cual parecía que hacían volar esas embarcaciones tan pulcramente engalanadas. Los actos estuvieron presididos por el rey Aben Sad Mardanis, quien para esta regia ocasión, se hizo acompañar en su barcaza, por su esposa, y su hija la princesa. La embarcación real, por su galanura y diseño descollaba entre todas las demás. La nave hizo su apoteósica aparición, escoltada por barquichuelos profusamente ataviados, y dirigidos por lo más florido de la nobleza. La presencia de los monarcas fue saludada por acompasados sones de la trompetería, acompañados por el colorista sonido de los fuegos de artificio. Ibn Mardanis, llevaba sentada a su lado a la reina Zobeida, a la que no cesaba de prodigar muestras de afectuoso cariño; la real pareja se encontraba nuevamente favorecida por una exultante emanación de amor.
De tan regia atalaya resaltaba la belleza de la princesa Zaida, quien acaparaba todas las miradas. La princesa respondía con muestras de angelical y distinguida cortesía, y contemplaba la competición marinera y con la destreza que hacían gala los esforzados remeros, y exhorta, contemplaba las voces y los movimientos de uno de los esforzados capitanes. Todos los participantes rivalizaban por alcanzar el valorado premio que recibían de manos de la princesa, y que consistían en unos guantes confeccionados con flores cultivadas en el palacio de la Zaidia, esta tradición de conceder a los ganadores flores de la Zaidia, perduró hasta las Justas Literarias, celebradas en Valencia, en el siglo XVII. Entregados los premios a los ganadores, la realeza continuó recibiendo venturosos parabienes de sus propios familiares y nobles. El público allí congregado ratificó el éxito del espectáculo prodigando atronadores y prolongados aplausos. En esos precisos momentos el orgulloso padre, habia podido comprobar el grado de aptitud mostrado por su hija en la planificación, y posterior preparación de tan loados festejos. El rey, dando muestras de colmada felicidad, musitó al oído de su esposa la reina .- “Para perpetuar este excelso momento de felicidad, el palacio Mardanish, que es portador de tan histórico calificativo, desde este momento pasará a designarse con el eufónico nombre de Zaidía, glorioso titulo que debe perpetuar a través de los siglos venideros la memoria y homenaje a la existencia de nuestra amada princesa Zaida”.
Nota.- Tan soberbio edificio fue incomprensiblemente derribado en 1808, y reconstruido nuevamente en 1919, y derribado definitivamente durante el boum inmobiliario de la decada de los años sesenta, del siglo XX.
Aunque se dice que -Aben Sad, nació en Peñíscola-, Juan B. Perales, asegura que.- “Aquel palacio era de la Zaidia, llevaba entonces el nombre de Mardanis, tronco de la familia de Aben Sad, de origen tal vez de Marchalenes, nombre que lleva un barrio o pueblecito inmediato a aquel edificio.”
Fin
Bibliografía
Juan B. Perales,-“Tradiciones Españolas”.-1882
Abelardo Herrero Alonso “Toponimia (…)”1991
Juan B. Viñals Cebriá. “
Marchalenes (…)”.2000
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