jueves, septiembre 25, 2008

Marjalena/Marjalenes/Marchalenes

Marjalena/Marjalenes/Marchalenes
Juan B. Viñals Cebriá
Añoranza, de un antiquísimo topónimo valenciano de clara ascendencia árabe. Aunque distorsionado, es uno de los pocos nombres que de aquel legado agareno se aun conservan en la ciudad de Valencia. Decir, que el núcleo mayor de aquel antiquísimo arrabal de extramuros, con una hidrografía tan peculiar, en donde sus moradores vivían en humildes barracas, y alquerías de las más diversificadas categorías y clases. Los transeúntes o traguiners que se quedaban a la luna de Valencia, pernoctaban en hostatges, edificios situados en el camí rial de Lliria-Marjalena. Algo fundamental en aquellos tiempos era la abundancia del agua, cosa que moradores de este raval se sentían especialmente capacitados para el arte de la hidrogogía, circunstancia por lo cual sus moradores adoptaran como nombre un topónimo tan determinativo. Lo anteriormente expuesto queda confirmado en “Documentos y datos para un estudio toponímico de la región valenciana” debido, a Maria Cabanes Pecourt, Ramón Ferrer Navarro y Abelardo Herrero Alonso. “El agua fue en todo tiempo un motivo denominador importante, desde los primeros pueblos-que encontraban en el agua motivos divinizadores-hasta la cultura árabe-que siempre vio en el agua un elemento imprescindible para sus ritos religiosos o para sus ocios sibaríticos”. Caprichosamente la naturaleza aflora fuentes, forma cauces por donde deslizarse el agua de los barrancos y ríos, es en estos favorecidos lugares donde se constituyen los núcleos mas habitados y por lo tanto no podían ser ignorados a la hora de designar denominaciones con alguna vinculación con la calidad del suelo y sus reminiscencias hidrográficas son las que decidían la formación o designación de los nombres. Los referidos autores del mencionado libro, dicen.-“(…) los topónimos no son fruto de la sinrazón o caprichoso azar: una razón (geográfica, histórica,...) los ha motivado. Observando la topografía hallamos enseguida la explicación toponímica de numerosas localidades. Esto prueba claramente que las voces geográficas responden siempre a un sistema de denominación de carácter “significativo (…). Como ocurría en la toponimia de origen árabe, también en el netamente valenciana hay voces geográficas que deben su nombre a las circunstancias del suelo donde se hallan asentados los núcleos de población que representan(…).Numerosos topónimos valencianos han sufrido proceso de castellanización. Quizá uno de los mejores frutos prácticos de los testimonios documentales sea la detectación del proceso castellanizante que han seguido numerosas voces geográficas de la Comunidad Valenciana.La dificultad enorme que suponen algunos fonemas de nuestra lengua a la hora de ser captados por el oído castellano, ha hecho que muchísimos topónimos hayan sido adoptados a la fonética castellana, mucho mas elemental y simple que la valenciana.”.-MARJAL, origen etimológico de los derivados Marjalena, Marjaleneria, Marjaleta, Marjaletes, terres Marjalenques. El modismo Marxalenes, previene del apelativo marxant, castellano marchante, mercachifle o mercader. Por lo tanto Marxalenes no guarda ninguna relación con el topónimo originario. Del árabe March-tierras bajas y aguanosas, al castellano Marjal y Almarjal, terreno bajo y pantanoso, al valenciano Marjal, terres baixes i humides, las tres lenguas tienen el mismo significado. Después del estudio de los documentos consultados, quedaría demostrado de manera irrefutable, que Marjalena es la auténtica y verdadera grafía del eufónico topónimo valenciano documentado en el siglo XV, de tan difícil adaptación para los castellanos.
Bibliografía- Maria Cabanes Pecourt, Ramón Ferrer Navarro y Abelardo Herrero Alonso. Documentos y datos para un estudio toponímico de la región valenciana.-1981.Juan B. Viñals Cebriá.- -Marchalenes (…).-2000.

sábado, septiembre 20, 2008

MARJALENA/MARCHALENES Y LOS MUSULMANES

MARJALENA/MARCHALENES Y LOS MUSULMANES
Juan B. Viñals Cebriá
Nuestros primeros moradores musulmanes, con esfuerzo, constancia y siguiendo los sabios consejos de los ancianos agricultores más experimentados y con un profundo conocimiento de la agricultura y la arboricultura, consiguieron transformar les terres marjalenques y terrenos baldíos de vora riu, en tierras productivas para el cultivo de arroz y canem (cáñamo). Las fértiles huertas que emergían en la parte izquierda de la acequia de Mestalla, todas ella más bien parecían un frondoso vergel, con deliciosas vegas sombreadas por gran cantidad de árboles en donde sobresalían de aquella variedad de frutos, la protegida morera, en estas cuidadas huertas se cultivaban gran cantidad de verduras y hortalizas dado el consumo por la proximidad de la ciudad: en ellas nunca faltaba el agua, ya que disponía de ésta en abundancia proveniente de la antiguas acequias, entre otras las de Mestalla, Rascaña, Tormos, braç de Petra, el Goleró, braç de Rambla i braç d’Algirós, i el encreuament, todos estos canales que aquellos primeros pobladores árabes proyectaron, construyeron y dejaron como patrimonio para futuras generaciones, una obra que vista por el paso de los años fue todo un portento de avanzada ingeniería para aquella época. Como queda demostrado, la agricultura y los regadíos tuvieron un gran desarrollo, y se introdujeron nuevos y variados cultivos y árboles frutales. La terminología que actualmente empleamos en materia de riegos es todavía totalmente heredada de los árabes: acequia, azud, noria, aljibe, senia y de los mismos tenemos en el actual idioma valenciano palabras como: bacora, carchofa, carabassa, gesmil, sucre, canyamel, dacsa, llima, zafanoria, safrà, taronja, fanecada, arrop, aixerop... Nuestros antepasados musulmanes con sabiduría, destreza y paciencia, consiguieron que de forma perfecta al agua llegara hasta el último rincón de este raval. Combinaron el agua de las acequias con el caudal del río Guadalaviar, que indistintamente se servían de sus aguas para los riegos y cuando lo precisaban empleaban el cauce para realizar el eixugó (dejar sin agua los campos) operación que se realiza previamente a la plantà y a la siega del arroz que se cultivaba en les terres marjalenques. Los agarenos sentían seducción por sus fértiles y bien cuidadas huertas, sus vegas y rincones umbríos, refrescados por las cristalinas aguas que discurrían por sus limpias y bien trazadas acequias, y su río, mientras que la montaña no tenía ningún atractivo para ellos. La abundancia de las aguas en este raval es el fundamento y principal motivo del profundo arraigo que sentían los moradores por estas fecundas tierras. Por lo tanto, queda confirmado que el origen etimológico del nombre del lugar de Marjalena/Marjalenes tiene su base, en el topónimo valenciano Marjal y por lo tanto el nombre de este antiquísimo poblado ha guardado siempre la misma filosofía y no ha cambiado más que su ortografía con la llegada del rey Don Jaime I .


sábado, septiembre 13, 2008

LES NOVES BARANES DEL RIU, I EL PONT NOU

LES NOVES BARANES DEL RIU, I EL PONT NOU
Juan B. Viñals Cebriá
El pont Nou, o San José, como bien indica su nombre en valenciano, hasta el año 1937, en que fue inaugurado el pont de Campanar, era el último de los puentes construidos en la ciudad. Algunos historiadores sitúan cronológicamente la construcción de la primera -palanca- (puente), de este lugar, en el primer tercio del siglo XIV y se encontraba instalado donde antaño se hallaba por la parte derecha del río el -Portal Nou- y por la parte izquierda, -la fondalada- donde se conformaban -les terres marjalenques-. El primer puente de este lugar se construyó de madera -palanca- nombre que daban los valencianos a estas construcciones realizadas con maderos; facilitaba la comunicación con los circunvecinos arrabales de Marchalenes, Tendetes, Benicalap, l`Olleria, y los viejos poblados de Campanar, Beniferri, Benimamet, Paterna, Burjassot, Godella, Benaguacil, Benisanó, Liria, los Serranos, incluso el antiguo reino de Aragón. La riada documentada de 1517, destruyó gran parte de uno de los primitivos puentes. La fisonomía actual que encontramos en nuestro renombrado -pont Nou- se debe en gran parte a las modificaciones constructivas realizadas a comienzos del siglo XVII. Dichas modificaciones introdujeron nuevos materiales, sillería y se incluyeron hasta alcanzar trece arcos escarzanos, para de esta manera alargarlo y conseguir quitar la inclinación del centro del puente y hacer desaparecer las inseguras tierras marjalencas, hasta lograr conseguir un firme compacto, junto a la desaparecida Rambla. Algunas crónicas dicen que cuando los arcos se cimentaban en los -aigua molls- el agua era desviada y se excava hasta alcanzar un suelo con buen firme. Desde la cimentación firme los pilares eran levantados hasta la base de los arcos. El escultor italiano Ponzanelli realizó en el siglo XVIII las estatuas de Santo Tomás de Villanueva y San Luís Bertrán que fueron instalados en los casalicios de este histórico puente. Posteriormente, encontrándose depositadas las mencionadas imágenes en los almacenes municipales, por decisión de F. Garín Ortiz de Taranco que las rescató, fueron instaladas en el puente de la Trinidad. Viejos documentos aseguran que “El encauzamiento del río y acomodación de los pretiles se realizó en sucesivas fases entre 1591 y 1789", quedando revestida la margen derecha desde la Creu de Mislata hasta Montolivete, y la margen izquierda desde la Alameda, hasta rebasados con pretiles unos cuantos metros del puente de San José. Un dato nada divulgado y por lo tanto poco conocido, son los años en que se construyeron los muros y pretiles para salvaguardar de las inundaciones los viejos lugares de Campanar, Marchalenes, y Tendetes. Este acontecimiento es recordado por Santiago Fernández Serrano, amigo y testigo presencial, quien nos lo explica de la manera siguiente: “Se expropiaron los terrenos donde antaño se encontraba la 'fondalada' donde se apilaban los troncos de maderas traídos río abajo por los intrépidos -ganxers-y se añadieron los pretiles que faltaban hasta conectar con los del puente de Campanar (1937)". Las obras se ejecutaron durante la década de los años cincuenta, poco antes de la riada de 1957. Otro documento suficientemente explicito nos refiere: “Que en algunas las primitivas obras se labró la gran Torre de Santa Catalina (1390) contigua a los muros de la ciudad (actualmente el Ivam).Posteriormente durante los siglos XVI al XVIII, se consiguió más que contener las inundaciones del casco viejo, transferir las aguas enfrente a las cotas más bajas donde se formaban las determinativas tierras marjalencas. La contención del flujo por los muros de la derecha debió, sin duda, debió de imprimir mayor velocidad al agua durante las crecidas, produciendo la rotura de los tajamares, que sostenían los primitivos puentes y diques, desbordándose por las desprotegidas orillas de la parte izquierda, eran por lo tanto por estos territorios a la vera del río por donde el agua irrumpía con gran violencia; la expansión del flujo provocaba la rotura de estos márgenes y el socavamiento del fondo del río. Las crónicas son elocuentes con respecto a estos fenómenos. Conocidas las constantes inundaciones sufridas en los niveles mas bajos de estos territorios, nos referimos ahora a la comarca provincial de Valencia más altamente productiva, la más rica, era la que se contemplaba hasta hace medio siglo (1957);ampliado hacia el norte gracias a la presencia del Barranco de Carraixet y hacia el sur por el Barranco de Torrente y el río Xúquer, lo que ha supuesto históricamente que todo el litoral valenciano sea un espacio eminentemente fructífero y poblado, teniendo que exceptuar dentro de tan ubérrimo territorio el pequeño entorno donde se asentaba el trozo de la rambla, cuenca, la hondonada que antaño principiaba el puente de Serranos y Santa Mónica, hasta que se alcanzaba, por poniente el lugar donde se encontraba el Patronato, actual Nuevo Centro, junto el puente de Ademús.

sábado, septiembre 06, 2008

Marjalena, mai Marxalenes

Marjalena, mai Marxalenes

Juan B. Viñals Cebriá

Las especiales circunstancias orográficas que conformaban la llanura, o conca, en la parte izquierda del río Turia, en la Valencia de extramuros, y algunas de sus crecidas, son las que propiciaban la formación de las determinativas tierras Marjalencas. Además de este peculiar fenómeno hidrográfico, añadir las cíclicas lluvias donde las aguas quedaban estancadas por la forma cóncava de este territorio. Un estudio de la orografía de esa parte de la ciudad Valencia, nos muestra una aparente uniformidad de la llanura de la vega, donde esconde una gran variedad de microambientes. Esta complejidad revela la franja, o llanura afectada históricamente. Entre las de mayor impacto cabe destacar la hondonada que se formaba a la vera del río, en el antiquísimo Marjalena/Marchalenes, que alcanzaba desde la nombrada l`Alcudia, por Roque Chabás, hasta el tétrico cremador, lugares estos que se encontraban en la margen izquierda del río Guadalaviar, Turia, o riu Godalauar, que con esta última grafía aparece en el Manual de Concells i Establiments núm. 1 A (Archiu del Ajuntament de Valencia) (sic). En dicha franja son normales la erosión de sus tierras, las direcciones de flujo contradictorias, el depósito de grava y arena a los campos, fuertes corrientes, etc. Después del desvío del río del centro de Valencia, la parte derecha de la gran ciudad quedó protegida y por lo tanto no le afectaban las inundaciones, sin embargo, sí que se anegaban los terrenos bajos de la gran llanura donde emergían las tierras marjales. De ser de mayor intensidad el desbordamiento igual circunstancia afectaba ha cualquiera de las otras zonas mencionadas, todo ello como consecuencia del meandro que se formaba antes de alcanzar el prado, o extensa llanura. Estas circunstancias son las que propiciaban que en las bajas cotas de esta parte del río se formaran los aigua molls, por donde fenecía el barranc d`Endolça, circunstancia esta que aún seria más acusada en épocas pretéritas (conviene recordar, que en este sitio, calle Doctor Olóriz, en la riada de 1957, alcanzaron las aguas cinco metro de altura).De manera que antaño se manifestarían prominencias en el llano de la Zaidia y la calle de Sagunto, Rodrigo Pertegás, nos ofrece estos testimonios.-“(…) y hacia medio día Campanar y Beniferri, a la misma altura media de treinta y tres metros, separados entre si por una estrecha hondonada que, desde Paterna y Benimamet, se dirige por Tendetes a Marchalenes, para elevarse nuevamente el terreno hasta el llano de la Zaidia y calle de Sagunto, donde estuvo el barrio árabe de l`Alcudia, así llamado por su mayor altitud respecto a los lugares circunvecinos , bajando ya desde aquí uniformemente por el llano del Real, hasta el mar(…)”. Este erudito valenciano, nos da a conocer la prolongación de los restos de una superficie aluvial que antaño advertíamos que descendiendo desde Paterna y Burjassot se dirigía hasta el barranquet de la ciudad de Valencia, lugar que ahora se encuentra en la actual calle de Arzobispo Fabián y Fuero, y constituía a forma de un pequeño riachuelo; incidente que ocurría cuando se desbordaba la acequia mare de Mestalla, o el mismo río Turia. Después emergía el altozano de la explanada, donde se localizaba la Ermita de la Mare de Deu dels Desamparats (actualmente calles, Málaga, esquina Alquería de la Estrella), cuyo altura impedía la propagación de las aguas por las tierras de huerta, situadas más al norte de este raval. De nuestro coetáneo y documentado Ignasi Mangue Alférez, extraemos este tan interesante parágrafo, cuando se refiere al pintor flamenco Anthonie Van den Wijgarde.- “Este documento gráfico (mitad del s.XVI) de tan pormenorizado detalle resulta único y trascendental en si mismo, pues nos ofrece una nítida imagen de la ribera del río al paso de la ciudad de Valencia, anterior a la gran transformación, que supuso el encajonamiento de los márgenes del río, mediante la construcción de los pretiles. Esta vasta obra de ingeniería civil, proyectada desde el deseo y la aquiescencia de la monarquía hispánica y bajo la dirección de la Fabrica Nova del Riu –Murs i Valls-, trajo consigo un impacto decisivo en la nueva definición del espacio ribereño del Guadalaviar, sobre todo al norte de la ciudad- área endémica en sufrir el mayor impacto de la cíclicas inundaciones del curso del agua”. Hay que recordar que los pretiles de Marchalenes hasta Campanar, no se ejecutaron hasta la década de los años cincuenta. La falta de los mencionados pretiles, y la circunstancia especial de la proximidad del río, y la hondonada, explican de por sí, la escasa expansión de los núcleos de población de la margen izquierda del río próximo a vora riu; en los lugares de Campanar, Tendentes, Marchalenes, o la Zaidia, que no habían experimentado gran desarrollo urbanístico, hasta la década de los últimos años setenta, cuando quedó concluido el renombrado Plan Sur, momento en que esta zonas quedaron integradas en el área de eclosión de la floreciente ciudad de Valencia. Referiremos otro dato, que en este caso concierne históricamente a nuestro inseparable pont Nou (puente San José), algunos autores lo sitúan cronológicamente su primitiva construcción en el primer tercio del siglo XIV, situado frente al Portal Nou y Marjalena, se montó de madera y debía facilitar la comunicación con nuestro arrabal, Campanar, Beniferri, Burjasot, y los Serranos. La riada de 1517 destruyó un trecho del puente. Su fisonomía actual se debe en gran parte a las modificaciones constructivas realizadas a comienzos del siglo XVII, dichas modificaciones introdujeron nuevos materiales, sillería y se ampliaron cuatro de los trece arcos escarzanos que ahora se compone. En 1693 fueron colocadas sobre los rebancos de los tajamares del tercero y cuarto arcos, dos esculturas de los santos Luís Bertrán y Tomás de Villanueva, obras que encargó el canónigo Antonio Pontons García al escultor italiano Giacomo Antonio Ponzanelli, hoy dichas estatuas, por iniciativa de don Carlos Felipe Garín Ortiz de Taranco se encuentran instaladas en el puente de la Trinidad. Para terminar queremos ofrecer el valiosísimo testimonio sobre la existencia de las tierras marjalencas, con las decisivas palabras pronunciadas por don José Rodrigo Pertegás, quien refiriéndose a esta orografía en tiempos pretéritos, dice.-“Para demostrar cuanto hemos dicho de las lagunas y pantanos que hubieron a la izquierda del río Turia, hemos de aducir en primer termino, que en XIV de la calendas de febrero del año de la Encarnación 1262 (2), en cierto contrato entre el Obispo y Cabildo de Valencia, por una parte, y los Templarios por otra (…)”.Por lo tanto, el verdadero y originario topónimo de este antiguo raval es, Marjalena, mai Marxalenes.
Fin
Bibliografía.José Rodrigo Pertegás.-
Conferencia pronunciado en Valencia, el día 7 de febrero, de 1915.Abelardo Herrero Alonso. Toponimia Valenciana.1991Pilar Carmona González y Joan Olmos Lloréns. OP.-Revista del Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos. Nº 28.Año 1994.Ríos IIJuan
B. Viñals Cebriá.-“Marchalenes huerta y (…)” V.2oooIgnasi Mangue Alférez.-“Marchalenes (…)”V.2001.